domingo, 20 de septiembre de 2015

El exilio desde adentro - Mariela Peña

Damos la bienvenida a Mariela Peña, venezolana residente en Caracas quien nos da su visión acerca del fenómeno migratorio venezolano.


«Ojalá pudiera asegurarles que en un tiempo podrán volver a su país. Que entiendo su partida, que no los juzgo y que, aunque han hecho falta en la lucha, siempre serán bien recibidos en su tierra. Quisiera decirles que eso será pronto, pero no tengo certeza. Venezuela nos ha sorprendido a todos y nos necesita. Trabajen por ella, aunque sea desde lejos. Ella lo agradecerá en cuanto tenga la oportunidad».


Nombre: Mariela Peña.
Edad: 40.
Profesión: Ingeniero Industrial - Locutora.
Nivel de estudios: Universitario.
Lugar de nacimiento: Caracas.
País de residencia: Venezuela.

¿Qué opinas acerca del fenómeno migratorio en Venezuela?  
Tal y como están las cosas en el país, un proceso natural de supervivencia.

¿Consideras que es beneficioso o perjudicial para el país?
Es perjudicial para el país, porque se queda sin ciudadanos trabajadores y sobre todo, llenos de civilidad.

Durante los últimos 16 años, ¿has tenido que despedir a familiares y/o amigos que se han marchado de Venezuela?
Sí, y en el último año, esto se ha agudizado.

¿Mantienes el contacto con ellos? ¿Qué opinas acerca de su decisión de emigrar?
Mantengo contacto con los más cercanos. Su decisión, tal y como dije antes, la considero parte del proceso natural de supervivencia. 

¿Cómo está siendo la experiencia de vivir en Venezuela cuando una parte importante de la juventud desea irse del país? 
Es triste, pero no los juzgo. Buscan estar mejor para ellos y los suyos. 

¿Te plantearías irte de Venezuela? 
Lo he hecho, pero mi situación personal no me permite materializar esta idea.

¿Crees que la idea de emigrar y elaborar un plan migratorio resulta fácil encontrándote en Venezuela?  
Tengo amigos que se han ido que aseguran que sí. Pienso que es una decisión, que una vez tomada, se debe trabajar en función de ella para hacerlo bien y sin traumas. Todo radica en la planificación y buenas asesorías.

¿Vives con cierta frustración la actual situación venezolana? ¿Sientes impotencia y ganas de hacer algo por el país? 
Absolutamente. Frustración es la palabra que define a todos los venezolanos profesionales que vivimos en Venezuela. En cuanto a hacer algo por el país, todos los días siento que pongo mi grano de arena al educar con valores a mis hijos, al asistir responsablemente a mi trabajo y cumplir con mis obligaciones, al colaborar en lo que pueda con mis vecinos o Junta de Condominio. 
Si la pregunta está orientada a la política, la verdad, no me gusta, por eso no incurro en ella. A este país le hacen falta ciudadanos responsables que ejerzan de corazón el oficio que desempeñan; hay espacio para todos y creo en las competencias y habilidades de cada quien. “Zapatero a su zapato” es un dicho que necesitamos aplicar.

¿Hubieses pensado verte en esta situación hace algunos años? 
No... Toda la familia de mi ex esposo es cubana. Aterrados, ellos vieron venir todo este desastre. En 1998, fueron profetas desde su experiencia. Yo les aseguraba que lo de Cuba no pasaría aquí y ellos me miraban con ojos de “ella no sabe”. Siempre hablábamos del tema y yo trataba de inyectarles esperanza, pero no fue suficiente. Se fueron. Emigraron de nuevo en 2007. Otra vez a empezar de cero. Ellos sabían lo que venía… yo no, y no lo quise ver. Siempre creí en el venezolano. Proyecté en otros mi autoconfianza y mi fe. Pero me equivoqué, y duele, duele mucho ver que no fue suficiente creer.

Por último, un mensaje dirigido a los venezolanos que han emigrado:
Ojalá pudiera asegurarles que en un tiempo podrán volver a su país. Que entiendo su partida, que no los juzgo y que, aunque han hecho falta en la lucha, siempre serán bien recibidos en su tierra. Quisiera decirles que eso será pronto, pero no tengo certeza. Venezuela nos ha sorprendido a todos y nos necesita. Trabajen por ella, aunque sea desde lejos. Ella lo agradecerá en cuanto tenga la oportunidad.-

domingo, 13 de septiembre de 2015

[Testimonios] Venezolanos en el exterior - Maheka Carella

En esta oportunidad, damos la bienvenida a Maheka Carella, venezolana radicada en Galicia, España, quien nos narra su emotiva experiencia como emigrante. 



«Hay quien cree que quienes nos fuimos pasamos página y por eso nos duelen menos determinadas realidades pero se equivoca. Generamos un doble sentimiento que es, además, tremendo. Sufres por quienes quieres y están allí pasándolo mal por la incapacidad de cuatro avaros y de paso generas una especie de culpabilidad (absurda) porque tu vida es diferente».

Imagen de Betanzos


Nombre:  Maheka Carella (¡Mahe para los amigos!).
Edad: 39 años.
Profesión: Relacionista Industrial.
Nivel de estudios: Universitario.
Lugar de nacimiento: Caracas – Distrito Capital (pero viví la mitad de mi vida en Puerto La Cruz).
País de residencia: España.

¿Cómo nace la idea de emigrar? 
Nace como una necesidad de acabar con la inconformidad que me producía un entorno cada vez más irracional. Nace en el mismo momento en el que razonas que la vida, allí (en Venezuela), puede valer muy poco. Tan poco como unos lentes de sol. Como se lo plantea cualquier otro matrimonio joven, nace de una perspectiva de futuro, de familia y de bienestar que consideras merecida y sin embargo ves negada.

¿Trabajabas en el momento de tomar la decisión de marcharte?
Sí, y trabajé hasta poco antes de mi viaje a España. Muchos me dijeron que me arrepentiría pero no me costó demasiado dejarlo. Trabajar para la industria petrolera, vivir la convulsión que supuso el paro petrolero y ver posteriormente la "Nacionalización" de la industria me demostró que yo no encajaría en esa "nueva" estructura. 

¿Te costaba encontrar trabajo en tu área? ¿Eran buenas las condiciones económicas?
Nunca tuve problemas para emplearme. Todo lo contrario, tuve la oportunidad, como tantos otros paisanos, de compaginar estudios y trabajo lo que me permitió entrar al mercado laboral bastante pronto y hacer carrera dentro de mi área. Las condiciones económicas, en mi caso, siempre fueron las ideales. 

¿Cómo está siendo la experiencia de vivir y trabajar fuera de Venezuela?
Es un cambio de paradigmas pero sin dudar, ocho años después, valoro la experiencia como altamente positiva y respeto muchísimo las razones que exponen tanto quienes se quedan, como quienes marchamos. 
Para mí todas son válidas. Hay quien emigra por mejores oportunidades laborales, hay quien lo hace por dinero, otros simplemente por explorar otros territorios sin mayor pretensión. Hay quien emigra buscando tranquilidad, buscando calidad de vida, bienestar. Hay quien se ha regresado con el mal sabor del fracaso. Otros seguimos insistiendo confiados en que, cualesquiera sean las circunstancias, estamos donde y como queremos estar.

¿Consideras que las condiciones, tanto laborales como sociales,  son mejores en tu actual lugar de residencia?
Siempre se puede mejorar. En Galicia hay una frase muy recurrida que define muy bien ese carácter local: "No todo cabe en un saco". 
El entorno ideal, con las condiciones ideales, considero que es una utopía. Siempre que vivamos en sociedad y hagamos vida con miles y miles de semejantes está claro que no se podrá complacer a todo el mundo, todo el tiempo. Ese carácter ideal debemos gestionarlo nosotros mismos cada día con pequeños gestos aunque estamos de acuerdo con que el entorno debe auspiciarlo. España es, socialmente hablando, mucho más equilibrada y honesta.
Las condiciones laborales en España sufren, como en tantos otros países, una serie de trastornos que esperamos transitorios sin embargo es grato acabar con ciertos mitos que traemos aprendidos. Destacaría que todo trabajo es digno y justamente remunerado. También hay una constante promoción de los oficios que, además, forman una parte muy importante de la cadena productiva. 

¿Echas de menos Venezuela? Si es así, ¿qué es lo que más añoras? 
¿Con total honestidad? Echo de menos la temperatura del mar y determinados sabores. ¿Cuáles? Un coco bien frío, un jugo (zumo) enorme de parchita de esos mal colados con mucho hielo, una morcilla de Carúpano... La modernidad ha hecho que tengamos hallacas, arepas, ají dulce, cachapas (platos típicos venezolanos) y muchas otras delicias en nuestras mesas pero, como escribe Banana Yoshimoto en su libro "Un viaje llamado vida" (¡que recomiendo a ojos cerrados!): "Es lógico que un producto sepa mejor en el lugar de origen, pero me parece curioso el hecho de que ese sabor se arraigue en el cuerpo a modo de memoria".
A mis amigos de siempre, a mis colegas, a mi familia más cercana no los echo de menos. Muchos se han marchado también y a ellos y a los que aún viven allí, los tengo a un clic de distancia y eso me complace lo suficiente. 

¿Qué es lo que más te gusta de tu actual lugar de residencia?
Vivo en Betanzos, una ciudad pequeña del noroeste gallego de más de 800 años de fundada. Todo es interesante, todo tiene una historia, suceden cosas maravillosas, es bohemia, pintoresca y preciosa. La encuentro apacible, amable y absolutamente familiar. El tráfico no existe, se puede hacer todo caminando y con total seguridad. Lo primero que me llamó la atención cuando llegué, más allá de su arquitectura, es que en las puertas de las casas quedaba colgada la bolsa de pan que dejaba el panadero apenas al amanecer. Una rareza para quienes venimos de una vorágine como la venezolana. Una sorpresa para quienes no entendían que yo pudiese fotografiar algo tan cotidiano para ellos.

¿Y lo que menos te gusta?
Tiene las limitaciones de las ciudades pequeñas en cuanto a ofertas comerciales y oportunidades laborales, sin embargo está muy bien conectada con ciudades principales y sólo hace falta desplazarse apenas pocos kilómetros en cualquier caso.

Si las cosas estuvieran mejor, ¿te plantearías volver a Venezuela?
Por aquello de "nunca digas nunca" podría planteármelo pero no se vislumbra en los planes. 

¿Consideras positiva tu experiencia actual?
¡Sin lugar a dudas! Aquí llegamos mi esposo y yo con la vida en 6 maletas y la cabeza llena de ideas y dudas a partes iguales. Hoy tenemos dos hijos y un camino andado. Miro hacia atrás y repetiría cada paso, incluso cada tropiezo, por llegar hasta aquí. 

¿Vives con cierta frustración la actual situación venezolana? ¿Sientes impotencia y ganas de hacer algo por Venezuela desde tu actual residencia?
Hay quien cree que quienes nos fuimos pasamos página y por eso nos duelen menos determinadas realidades pero se equivoca. Generamos un doble sentimiento que es, además, tremendo. Sufres por quienes quieres y están allí pasándolo mal por la incapacidad de cuatro avaros y de paso generas una especie de culpabilidad (absurda) porque tu vida es diferente. Entras a un supermercado, a un hospital, a una farmacia, a un colegio público, a una gasolinera, entras a un baño público, subes a un autobús, las bolsas de pan colgadas en las puertas… y las comparaciones te persiguen. Da igual los años que pasen, no dejas de cuestionarte "¿porqué aquí si y allá no?". Entonces te das cuenta de que tu vida transcurre entre dos aguas, haciéndote preguntas incómodas y que tú sabes las respuestas pero, quieres creer que son otras. 

¿Hubieses pensado verte en esta situación hace algunos años? 
Es duro despertar un día sintiendo que no perteneces al lugar donde has crecido y que hiciste siempre tuyo, que no reconoces nada de lo que te rodea y que la idiosincrasia es una palabra larga pero rara porque ya desconoces su significado. Pues no, no lo habría pensado. Pasó así, como te lo cuento. 

Por último, un mensaje dirigido a quienes están pensando en la posibilidad de emigrar:
Para mí el hecho de emigrar no asegura el éxito, pero estoy convencida de que la clave está en saber lo que sales a buscar en tu nuevo destino. Si lo tienes claro ya puedes lidiar con climas extremos, con otros idiomas, con nuevos hábitos… que llevas ventaja en el camino. 
Yo hice una lista: "Lo que llevo/Lo que dejo", me sorprendieron los resultados. Una mitad eran paisajes, la otra mitad eran afectos… todo cabía en mi cabeza y en mi corazón el día del viaje; y hoy, tantos años después todo sigue intacto. Trabajemos en esa meta, preparémonos para ser los mejores embajadores que Venezuela haya podido tener, marquemos la diferencia, rescatemos el respeto que perdimos, tengámoslo con quienes nos reciben, y que cuando nos toque volver sea para retomar todo el sentimiento nacional que se perdió en el camino. ¡Ánimo Amador!

domingo, 6 de septiembre de 2015

El exilio desde adentro - Eileem Anaili

En esta oportunidad, damos la bienvenida a Eileem Anaili, venezolana que comparte con nosotros sus consideraciones acerca de la emigración venezolana.


«Se van tus amigos, la gente que quieres y todos estamos pensando cómo irnos, adónde irnos, cómo hacer para irnos. Tal vez eso sea lo único que todos tenemos ahora en común: las ganas de huir». 


Nombre: Eileem Anaili.
Edad: 28 años.
Profesión: Licenciado en Gerencia de Recursos Humanos.
Nivel de estudios: Universitario.
Lugar de nacimiento: Cumaná, Estado Sucre. Venezuela.
País de residencia: ¿Venezuela?

¿Qué opinas acerca del fenómeno migratorio en Venezuela?  
Es sentido común, ¿quién querría quedarse aquí? ¿Quién no quiere irse a un lugar que pueda ser llamado con todas sus letras, PAÍS?
Ese fenómeno migratorio del que tanto se habla recientemente no es más que la consecuencia de los dieciséis años de política paupérrima que nos ha tocado vivir. 

¿Consideras que es beneficioso o perjudicial para el país?
Beneficioso. ¿Por qué? Sencillo, todos lo que se fueron o queremos irnos no encajamos con el modelo de país ni con las “nuevas costumbres” del venezolano promedio. Entonces sí, es beneficioso para los que se quedarán acá “viviendo” bajo los conceptos que la mayoría escogió y que la minoría tranquilamente aceptó.  

Durante los últimos 16 años, ¿has tenido que despedir a familiares y/o amigos que se han marchado de Venezuela?
Justo hace días me despedí de una de mis pocas amigas, lo hice con la promesa de volver a vernos para tomarnos un café, añade, "pero frío, rebosante de crema batida". El problema es que no me abandona el miedo de pensar que tal vez no vuelva a verla, que las despedidas se vuelven cada vez más definitivas. Quisiera que los “nos vemos pronto” fueran ciertos. 

¿Mantienes el contacto con ellos? ¿Qué opinas acerca de su decisión de emigrar?
Sí, con todos, y los apoyo desde acá. Mis amigos no decidieron irse. A ellos, como a la mayoría, los echaron. Actualmente no conozco a nadie que esté fuera del país porque así lo quiso, sencillamente no había una mejor opción.

¿Cómo está siendo la experiencia de vivir en Venezuela cuando una parte importante de la juventud desea irse del país?
En Venezuela hace mucho tiempo no se vive, sobrevivir es el término correcto. La vida ya es difícil, pero estando en Venezuela dicha dificultad se triplica, son tantas cosas, tantos miedos, tanta incertidumbre que no sabes a cuál dedicarte primero. Se van tus amigos, la gente que quieres y todos estamos pensando cómo irnos, adónde irnos, cómo hacer para irnos. Tal vez eso sea lo único que todos tenemos ahora en común: las ganas de huir. 

¿Te plantearías irte de Venezuela? 
Es mi plan A, escapar de aquí mientras aún se pueda. No sé cuándo, ni cómo, pero nunca dejaré de intentarlo.

¿Crees que la idea de emigrar y elaborar un plan migratorio resulta fácil encontrándote en Venezuela?  
Es prácticamente imposible, la inflación se come todas las posibilidades de adquirir pasajes o divisas que sirvan como base para poder viajar.  

¿Vives con cierta frustración la actual situación venezolana? ¿Sientes impotencia y ganas de hacer algo por el país? 
La situación se ha convertido en una avalancha, te arrastra y no hay mucho que pueda hacerse al respecto. Hace tiempo depuse mi optimismo con respecto al país, asumí que no está en mis manos cambiar nuestra realidad, sólo puedo hacerme cargo de la mía. Eso ha hecho la estadía un poco más llevadera, aunque aún a veces tenga pesadillas con el tipo que me apuntó con una pistola para quitarme el celular.

¿Hubieses pensado verte en esta situación hace algunos años? 
No, nunca me imaginé envuelta en esta situación, pero al país sí. No tenía que ser vidente para que nos diéramos cuenta de todo lo que se venía. 

Por último, un mensaje dirigido a los venezolanos que han emigrado:
Caminen mucho, sin miedo, sean todo lo que acá no pudieron (libres, sobre todo), respeten al país que les da cobijo y por favor, no regresen.-

domingo, 30 de agosto de 2015

[Testimonios] Venezolanos en el exterior - Carolina

A Carolina la conocemos por sus valiosas reflexiones acerca del exilio venezolano, que ya han formado parte de este blog y que, seguramente, le han dado aliento a muchos para tomar la decisión de emigrar. En esta ocasión, el rol de Carolina es diferente. Ahora comparte con nosotros su punto de vista como emigrante, así como también nos brinda algunos consejos para poder sobrellevar el exilio con paciencia y determinación.  


«Mi vocación es educar y entre los proyectos que tengo aquí en España se destaca el de seguir educando así sea en la distancia; si eso contribuye a un mejor futuro para mi país (Venezuela), creo que será el mejor granito de arena que pueda aportar para un cambio sostenible en el tiempo».


Nombre:  Carolina. 
Edad: 36.
Profesión: Contable. 
Nivel de estudios: Universitario.
Lugar de nacimiento: Coruña - España.
País de residencia: España.

¿Cómo nace la idea de emigrar? 
Ante la situación que se vivía en Venezuela y a pesar de tener una situación laboral estable como profesora universitaria, mi esposo y yo decidimos marcharnos en procura de un mejor futuro para nuestra hija.

¿Trabajabas en el momento de tomar la decisión de marcharte?
Si, llevaba catorce años ejerciendo mi carrera como contador público y nueve años como profesora universitaria.

¿Te costaba encontrar trabajo en tu área? ¿Eran buenas las condiciones económicas?
No, el campo laboral de mi carrera era bastante bueno. Sin embargo y, debido a la inflación, las condiciones económicas eran pésimas; puedo incluso contar a modo de anécdota que tras nueve años trabajando como profesora asistente en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), mi fondo de jubilación hasta marzo del año 2014, hoy en día (agosto 2015), alcanzaría solamente para comprar una licuadora.

¿Cómo está siendo la experiencia de vivir y trabajar fuera de Venezuela?
De vivir, buena. Soy emigrante retornada española, ya que nací en España y retorné al país que me vio nacer. Sin embargo, la adaptación quizás ha sido un poco lenta, no es la misma cultura que me inculcaron mis padres y abuelos.
En cuanto a trabajo, puedo afirmar que en España las condiciones laborales son muy distintas a las que se encuentran en Venezuela, aunque, al menos en Galicia, ganando poco dinero se vive bastante bien en comparación con grandes ciudades como Barcelona o Madrid.

¿Consideras que las condiciones, tanto laborales como sociales,  son mejores en tu actual lugar de residencia?
Sociales, definitivamente sí, cualquier país occidental hoy en día, –lamentablemente para Venezuela-, goza de mejores condiciones en términos de abastecimiento, salud, educación y sobre todo seguridad.
En términos laborales, España no goza actualmente de las mejores cifras o condiciones; quien piense que vendrá aquí con la misma comodidad laboral que se vivía en Venezuela se llevará quizás una desilusión, pero vale la pena, la experiencia incluso hace que uno se redefina como profesional, se experimenten nuevos talentos. Ante la experiencia migratoria uno se reinventa como ser humano.

¿Echas de menos Venezuela? Si es así, ¿qué es lo que más añoras? 
Sí, hay meses mejores, otros peores; también es cuestión de actitud: añoro a mi familia, los sabores, la gente. Me fui pensando en jamás regresar y a veces incluso siento que lloro a una Venezuela que no existe, como en los duelos, a veces me encuentro derramando lágrimas por un muerto.

¿Qué es lo que más te gusta de tu actual lugar de residencia?
La seguridad, el sistema de educación y la salud pública.

¿Y lo que menos te gusta?
Las diferencias culturales me han afectado más de lo que habría imaginado.

Si las cosas estuvieran mejor, ¿te plantearías volver a Venezuela?
Creo que esa pregunta resuena en todos los que hemos salido del país, sin embargo, racionalmente hablando, por ahora no me planteo regresar, pero no lo descarto. Como el refrán que dice “nunca digas nunca”.

¿Consideras positiva tu experiencia actual?
Toda experiencia deja un aprendizaje, así que sí, la mayoría del tiempo emigrar lo veo como una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

¿Vives con cierta frustración la actual situación venezolana? ¿Sientes impotencia y ganas de hacer algo por Venezuela desde tu actual residencia?
Sí, confieso que a veces el hecho de abrir mi nevera y ver comida me da remordimiento o simplemente salir a caminar por la noche tranquila me hace preguntarme en qué hemos fallado, sería irresponsable dejar toda la culpa en manos del gobierno. Venezuela, socialmente hablando, adolece de problemas que ha cosechado desde hace muchos años. Tal como decía Arturo Uslar Pietri, sembrar el petróleo: es una frase, desafortunadamente, sustantiva; el día que se haga verbo, el futuro venezolano probablemente sea otro.
Mi vocación es educar y entre los proyectos que tengo aquí en España se destaca el de seguir educando así sea en la distancia; si eso contribuye a un mejor futuro para mi país (Venezuela), creo que será el mejor granito de arena que pueda aportar para un cambio sostenible en el tiempo.

¿Hubieses pensado verte en esta situación hace algunos años? 
No, hace diez años ni se me habría pasado por la cabeza que hoy estaría viviendo en España.

Por último, un mensaje dirigido a quienes están pensando en la posibilidad de emigrar:
Que asuman el reto, no van a perder nada; por el contrario, ganarán en vivencias y aprendizajes. Por otro lado, probablemente puedan ayudar más al país desde lejos.-

domingo, 23 de agosto de 2015

El exilio desde adentro - María Celeste Conde

Desde No hay fronteras, los invitamos a leer a María Celeste Conde, venezolana residente en Maracay y quien nos da a conocer su punto de vista acerca de la diáspora venezolana.
 
 
«No me planteaba irme enemistada con el país y ahora me siento un poco de esta forma, como en una relación donde la pareja se separa y en la que se alegan “diferencias irreconciliables”».
 
 
Nombre: María Celeste Conde G.
Edad: 24.
Profesión: Estudiante de Ingeniería civil.
Nivel de estudios: Universitario.
Lugar de nacimiento: Maracay.
País de residencia: Venezuela.
 
¿Qué opinas acerca del fenómeno migratorio en Venezuela? 
Opino muchas cosas, pero principalmente que es injusto; sentirse forzado a dejar tu país en búsqueda de algún nivel de estabilidad, huir de esta perenne incertidumbre, porque así vivimos, en incertidumbre, sin poder hacer planes, en medio del caos. No deseo juzgar a los que se van ni a los que estamos aún aquí, es un tema demasiado amplio y no tengo opiniones concluyentes; por ahora, sólo confusión, decepción y tristeza. Si me voy, no será contenta y eso es lo que más me duele.

¿Consideras que es beneficioso o perjudicial para el país?
Es perjudicial, muchas personas talentosas e inteligentes se están yendo por miedo, por rabia, enemistados con el país, dejan resentimiento aquí y se van con resentimiento.

Durante los últimos 16 años, ¿has tenido que despedir a familiares y/o amigos que se han marchado de Venezuela?
Sí, amigos. Familiares no, hasta ahora.

¿Mantienes el contacto con ellos? ¿Qué opinas acerca de su decisión de emigrar?
Sí, mantengo contacto y respeto su decisión. Todos han tenido razones válidas y basado en que todos son profesionales a los que les está yendo mucho mejor afuera, inclusive con trabajos que no corresponden con su formación en algunos casos, supongo entonces que deben estar, en cierto modo, bien y que en un futuro mejorará su condición y ejercerán sus profesiones cuando se adapten. Eso es mucho más de lo que ahora nos puede ofrecer nuestro país.

¿Cómo está siendo la experiencia de vivir en Venezuela cuando una parte importante de la juventud desea irse del país?
Dolorosa y confusa, muchos sentimientos encontrados.

¿Te plantearías irte de Venezuela?
Sí.

¿Crees que la idea de emigrar y elaborar un plan migratorio resulta fácil encontrándote en Venezuela? 
Para nada, deseo vivir en algún momento fuera de Venezuela, me lo planteé mucho antes de esto, ha sido un sueño poder estudiar en universidades reconocidas más allá de mis estudios superiores actuales, pero ahora realmente no sé cómo funcionaría. Primero, debo graduarme y luego luchar por una beca, posiblemente.

¿Vives con cierta frustración la actual situación venezolana? ¿Sientes impotencia y ganas de hacer algo por el país?
Vivo con mucha frustración, principalmente conmigo misma y con los que continuamos aquí, veo con mucho dolor cómo somos indiferentes y cómo nos estamos regodeando en la miseria, en la mediocridad. De cierta forma, me siento abandonada por mi propia gente, sobre todo al intentar, desde mi pequeño lugar, de hacer las cosas bien, de la forma correcta y ver cómo todo el entorno está prácticamente en contra de eso.

¿Hubieses pensado verte en esta situación hace algunos años?
Como dije antes, era un sueño antiguo estudiar afuera pero volver y hacer mi vida aquí en Venezuela. Yo quiero vivir en Venezuela, quiero que la gente quiera vivir aquí, no que se queden porque “esto es lo que nos tocó”, no, que realmente amen al país, que tengamos la solidaridad como un verdadero valor, no que nos engañemos con lo “chévere” y no respetemos el trabajo del otro o su simple existencia.
No, no me planteaba irme enemistada con el país y ahora me siento un poco de esta forma, como en una relación donde la pareja se separa y en la que se alegan “diferencias irreconciliables”.

 
Por último, un mensaje dirigido a los venezolanos que han emigrado:
Los extraño mucho y los quiero mucho, siempre.-

lunes, 17 de agosto de 2015

[Testimonios] Venezolanos en el exterior - Ángelo y Sarai (Vídeo)

Damos la bienvenida a Ángelo y Sarai, venezolanos radicados en Chile, quienes nos narran algunas de sus vivencias antes de dar el paso definitivo de emigrar y cómo ha sido su vida en Chile tras esa decisión. Al mismo tiempo, nos ofrecen unos excelentes consejos acerca de lo que implica la emigración y cómo sobrellevar la vida como inmigrante en otro país.  


«Hagamos de esto una experiencia de vida, involucrémonos y seamos capaces de ser unos ciudadanos ejemplares en lo posible». Sarai.
 
 
 «Si llegas a un lugar nuevo, únete a él». Ángelo.
 
 
 

 

sábado, 8 de agosto de 2015

Qué hacer cuando fallece un familiar en el exterior

Recientemente, las redes sociales se han hecho eco del fallecimiento de venezolanos en el exterior (Casos Katherine Rivero y Johan Rosendo) cuyas familias pasaron por muchas dificultades para viajar al país donde se encontraban y posteriormente llevar a cabo los trámites respectivos para la repatriación de sus restos. La muerte de un ser querido es un tema del cual no nos detenemos a pensar “¿Qué pasaría si…?”; tampoco tomamos las previsiones necesarias para asumir todas las consecuencias que acarrea el fallecimiento de un familiar en el exterior. En este sentido, aunque es una situación que no deseamos ni mencionar, vamos a brindarles una serie de consejos generales que les permitan, al menos, tener conocimiento de lo que se debe hacer al respecto si ocurre el fallecimiento de un familiar en el extranjero, específicamente en España.

De darse el caso, procure seguir las siguientes recomendaciones:

1) Diríjase al servicio consular del país respectivo. Posiblemente obtenga la información y el apoyo oportuno para llevar a cabo todos los trámites relacionados con el caso. (Para ubicar datos de consulados en el mundo, ver: http://www.embajada-consulado.com/).

2) Deberá obtener el documento que acredita la muerte de la persona, esto es el certificado médico de defunción que es suministrado, por lo general, por la funeraria. Dicho certificado es expedido por el médico que hizo tratamiento al fallecido o cualquier otra persona que haya reconocido el cuerpo. Si aún no ha establecido contacto con alguna funeraria, deberá dirigirse al Colegio Oficial de Médicos de la localidad donde reside donde le indicarán los pasos a seguir para la obtención de este documento.

3) Posteriormente, acompañando el certificado médico de defunción, deberá inscribir el fallecimiento dentro de las 24 horas siguientes a la muerte, ante el Registro Civil de la localidad donde residía el fallecido. Las funerarias se pueden encargar de gestionar este trámite aunque igualmente puede realizarlo un familiar o allegado del fallecido. Es importante destacar que este trámite permitirá la expedición de la licencia para el entierro o cremación.

4) Una vez inscrita la defunción ante el Registro Civil, se podrá dar sepultura o proceder a la cremación del fallecido.

Consideraciones adicionales:

• Existen compañías aseguradoras que incluyen todos los servicios funerarios y trámites legales tras el fallecimiento de una persona.

• Si desea dar sepultura al familiar o bien proceder a una cremación, existen tasas municipales que deberá pagar según las ordenanzas del Municipio donde residía el fallecido.

• Existen una serie de prestaciones económicas y/o pensiones otorgadas por el Estado Español que pueden servir de apoyo a familiares del fallecido, tales como: auxilio por defunción, prestación económica por hijo o menor acogido a cargo; subsidio en favor de familiares
 y pensión de orfandad.

• Una vez que el fallecimiento se ha inscrito ante el Registro Civil y se haya dado sepultura o procedido a la cremación del fallecido, los familiares o allegados deberán dirigirse con la documentación respectiva a las entidades bancarias, instituciones gubernamentales, universidades, institutos, etc. para dar a conocer la situación.

• En el caso de venezolanos fallecidos en el exterior, dada la escasez de boletos aéreos y el férreo control de divisas establecido por el Gobierno venezolano, algunas aerolíneas estatales (aunque de forma poco eficiente) han concedido boletos de avión de carácter excepcional para facilitar el traslado de los familiares. Por su parte, muchos se han valido de solicitar apoyo ante los grupos de venezolanos en el exterior y no sólo han conseguido reunir fondos suficientes para pagar todos los gastos que acarrean estas circunstancias sino que, al mismo tiempo, les han facilitado ayuda legal de forma voluntaria. Aprovechamos el espacio para agradecer a aquellos que han colaborado de forma desinteresada con los familiares de venezolanos fallecidos en el extranjero.-

domingo, 2 de agosto de 2015

El exilio desde adentro - Gabriel

En esta ocasión, nos escribe Gabriel desde Caracas, quien nos narra sus apreciaciones acerca de la emigración venezolana.
 
 
«Siempre tuve la idea de que mientras la sociedad se mantuviera íntegra y trabajadora, sea cual fuera el escenario político y económico, yo podría seguir aquí y trabajar por Venezuela. Ya no creo en ello, me siento ajeno a mi país».
 
 
 
Nombre: Gabriel.
Edad: 26.
Profesión: Ingeniero químico. 
Nivel de estudios: universitario.
Lugar de nacimiento: Caracas.
País de residencia: Venezuela.
 
¿Qué opinas acerca del fenómeno migratorio en Venezuela?
Creo que es una consecuencia lógica de la situación actual que modificará, en mayor o menor grado, la identidad del venezolano y sus posturas frente al país, cultura y sociedad.

¿Consideras que es beneficioso o perjudicial para el país?
Eso dependerá de cómo el propio venezolano asimile dicho fenómeno: ¿Es beneficioso o perjudicial que un recién graduado  haga vida en un país donde el sector productivo se encuentra totalmente destruido?  ¿Es beneficioso o perjudicial que una empresa  que trabaje y aporte valor agregado a un insumo nacional pierda su capital por malas políticas públicas?  Yo creo que sería una pérdida enorme dejar que nuevos profesionales y empresas se oxiden en un país que no le importa su futuro. La coyuntura en sí podría parecer desalentadora, pero me parece mucho más apremiante estudiar y sacar el máximo provecho a los procesos migratorios. Me considero un ingeniero oxidado, quizás esté equivocado pero esa es mi opinión.

Durante los últimos 16 años, ¿has tenido que despedir a familiares y/o amigos que se han marchado de Venezuela?
Sí.

¿Mantienes el contacto con ellos? ¿Qué opinas acerca de su decisión de emigrar?
En mi caso ocurre algo curioso que yo no sé si se generalice en otras personas; la terrible situación del país ha obligado que de cierta manera  cada quien se enfoque y se ocupe más de su vida, es decir, no existe esa afinidad o camaradería de antes y, obviamente, eso se magnífica si ya te encuentras fuera de Venezuela. Por lo tanto, mantener el contacto ha sido tarea difícil; con familiares es caso aparte.
En cuanto a la segunda pregunta, opino que toda persona que quiera irse está en su derecho; causa impotencia apreciar la frustración de tantos que desean irse y no pueden por las dificultades actuales. Ahora bien, es una decisión que debe pensarse con detenimiento. Mucha gente se apresura y cuando se encuentran en el extranjero reciben un shock tremendo porque pensaban otra cosa de la emigración.

¿Cómo está siendo la experiencia de vivir en Venezuela cuando una parte importante de la juventud desea irse del país?
Me siento totalmente oxidado. En mi caso, cuando me gradué, tenía muchas expectativas e ideales sobre lo que quería ser, a dónde quería llegar e incluso mi contribución con el país. Así de iluso era. Ahora hasta pensar en una especialización o estudio superior me parece inútil o un arma de doble filo. La empresa privada y pública no busca nuevos profesionales ni los incentiva. Venezuela no aprecia ni cuida a su juventud y eso le pasará factura.

¿Te plantearías irte de Venezuela? 
Me planteo irme de Venezuela.
 
¿Crees que la idea de emigrar y elaborar un plan migratorio resulta fácil encontrándote en Venezuela?
Cuando vives en un escenario tan cambiante como el de Venezuela, armar un plan migratorio resulta hasta ridículo: inflación, pasaje, divisas, legalización de papeles. Pero supongo que desde algo se debe partir.

¿Vives con cierta frustración la actual situación venezolana? ¿Sientes impotencia y ganas de hacer algo por el país?
Siento impotencia al ver cómo mi vida se escurre en la nada. Ya no quiero hacer algo por un país que te trata de maneras tan hostiles, la descomposición social me causa una tristeza terrible. Siempre tuve la idea de que mientras la sociedad se mantuviera íntegra y trabajadora, sea cual fuera el escenario político y económico, yo podría seguir aquí y trabajar por Venezuela. Ya no creo en ello, me siento ajeno a mi país.

¿Hubieses pensado verte en esta situación hace algunos años?
Pensé en varios escenarios similares al actual, mas nunca el del ciudadano conforme y comprensivo ante una cola para comprar comida racionada. Esto es alarmante, atenta hasta contra tu dignidad e integridad. ¿En qué concepto se tiene el venezolano?

Por último, un mensaje dirigido a los venezolanos que han emigrado:
Más que un mensaje es una reflexión:  la decisión de irte o quedarte en tu país no te convierte en un héroe, no te hace más o menos valiente o incluso venezolano. Mantener tu integridad, tus convicciones, respetar tu nombre y el de tu país posiblemente sí.-

domingo, 26 de julio de 2015

Para nacer hay que romper un mundo, o dos - Oxxana

Damos la bienvenida a Oxxana, venezolana radicada en Canadá, quien nos narra su emotiva experiencia como emigrante.


«He aprendido de los países en los que me ha tocado vivir. No de los gobiernos, porque de ellos no se aprende nunca nada, mas sí de la gente. Es como un fenómeno de ósmosis, dar y recibir. Trato de dar lo mejor de mí, para reconciliarme con mi gentilicio y no crean que todos los venezolanos somos la degradación en la que nos han convertido los invasores que nos han depredado el alma y nos dejaron irreconocibles».
 
 
Imagen cedida por Oxxana
 
Keyla apareció un día y me invitó a escribir en su blog algo sobre el exilio.

Después de un año fuera de Venezuela fui tranquila, con mis fantasmas dormidos, a darle un vistazo al blog, a leer lo que escribían los venezolanos que se han ido.

Sólo pude leer dos. No lo resistí.

A medida que le leía sentía revivir lo que creía superado, como las heridas que crees curadas hasta que las tocas y te das cuenta que no. Me había prometido a mí misma no regodearme más en el morbo de las separaciones y los adioses. Había que afrontarlos y ya.

Pero la mente no funciona así. Quedaba algo pendiente, suspendido, que las exigencias de lo cotidiano me ayudaban a evadir. Y lo agradecía. No quería extrañar a nadie ni llorar más. Tenía una tarea y la iba a cumplir, la tarea de reconstruirme a mí misma. Ya que no pude reconstruir el país me iba a reconstruir yo.

Sólo se reconstruye lo que está roto y yo lo estaba, nadie sabía cuanto. Ni yo.

Irme de Venezuela era una idea que me inculcaba mi familia diariamente. Pero no pasaba de ser eso, una idea a la que yo sabía esquivar hábilmente. No estaba preparada, tenía mucho que hacer, mis actividades políticas en el movimiento estudiantil y mi trabajo me mantenían en una vorágine que no me permitía ver más allá. Me puse en riesgo yo y a mi familia. Pero lo valía. Creía. Tenía fe. La mística del grupo me impulsaba y yo a ellos. No nos quitarían nuestro futuro. Invasores malparidos hijos de puta. Los muertos, sabía que los habría, en toda guerra los hay. Las traiciones, esas no. Esas no las sabía. Destruyen como la muerte pero peor porque te dejan viva para que las sufras y las aprendas.

Dice un vendedor de libros: el universo a veces conspira a tu favor. En medio de la decepción y luego de varias entrevistas a larga distancia en las que puse poco empeño e interés, un día tuve trabajo en Chile. La idea de irme me la convirtieron en realidad. No había tiempo para estar preparada, tenía que estarlo. No había tiempo para sentir ni para estar triste ni para mirar a los lados. Era ahora o nunca. Y fueron ambas: para algunas cosas fue “ahora” y para otras “nunca”.

Seis meses en Chile me dieron soledad y tranquilidad. Descubrí lo que ya intuía: Venezuela te entrena para sobrevivir en cualquier parte. Si superas a Venezuela, en un país normal eres un as. Lo digo sin arrogancia. Lo digo porque si eres profesional y te permiten desarrollarte, lo haces bien, seriamente, sin tratar de imponer tu idiosincrasia, terminan respetándote. Respeto, sí, eso sentí. Palabra que en Venezuela se perdió.

Luego me trasladaron a Canadá y aquí estoy. Desarraigada como siempre pero algo más feliz. A nadie le importa de dónde vienes ni qué has hecho antes. Un país extranjero no está diseñado para hacerlo a uno feliz. Está diseñado para hacer feliz a su gente, cuando mucho y con dificultades.

He aprendido de los países en los que me ha tocado vivir. No de los gobiernos, porque de ellos no se aprende nunca nada, mas sí de la gente. Es como un fenómeno de ósmosis, dar y recibir. Trato de dar lo mejor de mí, para reconciliarme con mi gentilicio y no crean que todos los venezolanos somos la degradación en la que nos han convertido los invasores que nos han depredado el alma y nos dejaron irreconocibles. Trato de reconciliarme conmigo misma por lo que dejé incompleto y perdí. No es fácil, tengo retrocesos, me culpo por cosas. Me perdono otra vez y en ese círculo vivo. Estoy parada de otra manera ante la vida, menos cínica, menos odiosa, me quiero más. Y por lo tanto a los demás también.

No desprecio a mi país. Desprecio a los que no lo han sabido querer, a los que lo han entregado sin escrúpulos ni moral.

Dice Hermann Hesse que para nacer hay que romper un mundo. Mi dificultad ha sido no querer romper nada y mantener dos mundos en mí, y como no me gustan las cosas fáciles alimento mi masoquismo contradiciendo  a Hesse. Hasta que aguante. Quiero regresar a Venezuela algún día, no como turista sino para quedarme. Esta vez me fui yo, alguna vez se irá el invasor. Tengo mucha vida por delante y a él se le está acabando. Vamos a ver quién gana al final.

En el exilio todo intento de arraigo se considera traición. Es el reconocimiento de la derrota. Esa es la herida que cuando toco me sigue doliendo. También lo estoy superando y lo descubrí gracias a Keyla que un día se apareció y me pidió que escribiera algo en su blog.-

domingo, 19 de julio de 2015

El exilio desde adentro - Daliana Torres

Hoy, damos la bienvenida a Daliana Torres, ingeniero venezolana residente en el estado Zulia, quien comparte con nosotros su opinión acerca de la diáspora venezolana y sus consecuencias para el país.
 
 
«Intente no criticar a su país, no desdiga de sus raíces, procure no desdeñar del que se queda. Agradezca al país que le da cobijo y mejoras de calidad de vida».
 
 
 
Nombre: Daliana Torres.
Edad: 40.
Profesión: Ingeniero en Computación.
Nivel de estudios: Universitario.
Lugar de nacimiento: Venezuela, Estado Zulia.
País de residencia: Venezuela.

¿Qué opinas acerca del fenómeno migratorio en Venezuela? 
Como proceso social: natural.
Como consecuencia: fatal.
La sociedad tiene derecho a buscar mejoras en la calidad de vida si un país no se la ofrece. Sin embargo, si ese país no la ofrece a millones de sus habitantes
, es un asunto grave de estado. Si la diáspora venezolana es consecuencia de un mal manejo de gobierno y por ende del estado: grave.
Si el proceso migratorio correspondiera a un equilibro en la cantidad de personas que salen y entran, digamos que es natural y plausible. Sin embargo, el proceso migratorio venezolano es unidireccional: quienes se van, no regresan.

¿Consideras que es beneficioso o perjudicial para el país?
No soy, lo que llamo, "optimista de profesión", no soy la que le ve a todo el lado positivo, que hay cosas que parecen no tenerlo. Sin embargo, sería capaz de ver lo positivo de este asunto:

- Cuando el proceso migratorio es visto desde el punto de vista de exposición del talento, parecería beneficioso que el mundo comience a convivir con el talento venezolano.
- Cuando el proceso migratorio es visto desde el punto de vista de intercambio cultural, parecería beneficioso salir a ver culturas en franco crecimiento y emularlas desde el yo.
 
No obstante:

- Cuando avisas que el talento que se va, no ha de regresar y que era el que podía echar a andar el país, comienzas a ver un país sin talento y sin oportunidades de crecimiento.
- Cuando avisas que pese a tener un alto índice de gente talentosa, crees que es tan o más alto el índice de gente sin valores, comienzas a ver que ese intercambio cultural sólo nos dejará mal parados.
- Cuando comienzas a ver que si, incluso, quienes se han ido puede imitar otras culturas mejores y más desarrolladas socialmente, comienzas a creer que de nada sirve porque no regresarán al país de origen.

Por ende, la balanza se inclina: resulta perjudicial.

Durante los últimos 16 años, ¿has tenido que despedir a familiares y/o amigos que se han marchado de Venezuela?
Me temo que en este año continuaré haciendo crecer esa lista.
 
¿Mantienes el contacto con ellos? ¿Qué opinas acerca de su decisión de emigrar?
Sí. Fue estupenda.
 
¿Cómo está siendo la experiencia de vivir en Venezuela cuando una parte importante de la juventud desea irse del país?
Un constante jaleo entre la esperanza y la desesperanza. Un constante ir contracorriente entre creer en el país y su gente y no creer en la gente. Me encuentro actualmente empleada en una firma comercial venezolana en franca creatividad, con pasión por su trabajo pero sin esperanza. Una pelea ruda.

¿Te plantearías irte de Venezuela?
Sin duda.
 
¿Crees que la idea de emigrar y elaborar un plan migratorio resulta fácil encontrándote en Venezuela? 
No. No sólo no resulta fácil, sino que resulta muy difícil cuando menos imposible. Y en este caso, vuelvo a la primera pregunta.
 
¿Vives con cierta frustración la actual situación venezolana? ¿Sientes impotencia y ganas de hacer algo por el país?
¿Cierta? Absoluta, más bien. ¿Ganas? Ya no lo sé. Ya siento que hice mucho, tal vez desde la ignorancia, o la esperanza, o la credulidad, o la inocencia. Es hora de hacer ya por mí, por mi hija, mis padres y mi hermano. Sin embargo, considero que hago por mi país cuando le hablo a las personas con quienes tengo la oportunidad de trabajar día a día de otros países, de lo que los venezolanos somos capaces de hacer. Hago por mi país cuando me mantengo en él. Hago por mi país educando a mi hija en mis valores o en mejores valores que los que poseo. Hago por mi país aún.

¿Hubieses pensado verte en esta situación hace algunos años?
No. Viene a mi mente la lectura del libro "Paula", de Isabel Allende (autobiográfico), donde ella narra la Venezuela a la que llegó, inmensamente pujante y próspera. Viene a mi mente mi estancia de dos años en Colombia, Medellín (durante el año 2011), cuando mis paisas me decían que hacía años que ellos veían a Venezuela como el lugar ideal para irse a estudiar, a hacer carrera y probablemente dinero. Obviamente, mi respuesta a esta interrogante es no.
 
Por último, un mensaje dirigido a los venezolanos que han emigrado:
En Venezuela, probablemente son ejemplo.
En el país a donde usted vaya, sea ejemplo.
¿Se fue? Intente no criticar a su país, no desdiga de sus raíces, procure no desdeñar del que se queda. Agradezca al país que le da cobijo y mejoras de calidad de vida. Intente no parecer un drama con piernas en la añoranza del país que deja. "Éxito".-