domingo, 13 de septiembre de 2015

[Testimonios] Venezolanos en el exterior - Maheka Carella

En esta oportunidad, damos la bienvenida a Maheka Carella, venezolana radicada en Galicia, España, quien nos narra su emotiva experiencia como emigrante. 



«Hay quien cree que quienes nos fuimos pasamos página y por eso nos duelen menos determinadas realidades pero se equivoca. Generamos un doble sentimiento que es, además, tremendo. Sufres por quienes quieres y están allí pasándolo mal por la incapacidad de cuatro avaros y de paso generas una especie de culpabilidad (absurda) porque tu vida es diferente».

Imagen de Betanzos


Nombre:  Maheka Carella (¡Mahe para los amigos!).
Edad: 39 años.
Profesión: Relacionista Industrial.
Nivel de estudios: Universitario.
Lugar de nacimiento: Caracas – Distrito Capital (pero viví la mitad de mi vida en Puerto La Cruz).
País de residencia: España.

¿Cómo nace la idea de emigrar? 
Nace como una necesidad de acabar con la inconformidad que me producía un entorno cada vez más irracional. Nace en el mismo momento en el que razonas que la vida, allí (en Venezuela), puede valer muy poco. Tan poco como unos lentes de sol. Como se lo plantea cualquier otro matrimonio joven, nace de una perspectiva de futuro, de familia y de bienestar que consideras merecida y sin embargo ves negada.

¿Trabajabas en el momento de tomar la decisión de marcharte?
Sí, y trabajé hasta poco antes de mi viaje a España. Muchos me dijeron que me arrepentiría pero no me costó demasiado dejarlo. Trabajar para la industria petrolera, vivir la convulsión que supuso el paro petrolero y ver posteriormente la "Nacionalización" de la industria me demostró que yo no encajaría en esa "nueva" estructura. 

¿Te costaba encontrar trabajo en tu área? ¿Eran buenas las condiciones económicas?
Nunca tuve problemas para emplearme. Todo lo contrario, tuve la oportunidad, como tantos otros paisanos, de compaginar estudios y trabajo lo que me permitió entrar al mercado laboral bastante pronto y hacer carrera dentro de mi área. Las condiciones económicas, en mi caso, siempre fueron las ideales. 

¿Cómo está siendo la experiencia de vivir y trabajar fuera de Venezuela?
Es un cambio de paradigmas pero sin dudar, ocho años después, valoro la experiencia como altamente positiva y respeto muchísimo las razones que exponen tanto quienes se quedan, como quienes marchamos. 
Para mí todas son válidas. Hay quien emigra por mejores oportunidades laborales, hay quien lo hace por dinero, otros simplemente por explorar otros territorios sin mayor pretensión. Hay quien emigra buscando tranquilidad, buscando calidad de vida, bienestar. Hay quien se ha regresado con el mal sabor del fracaso. Otros seguimos insistiendo confiados en que, cualesquiera sean las circunstancias, estamos donde y como queremos estar.

¿Consideras que las condiciones, tanto laborales como sociales,  son mejores en tu actual lugar de residencia?
Siempre se puede mejorar. En Galicia hay una frase muy recurrida que define muy bien ese carácter local: "No todo cabe en un saco". 
El entorno ideal, con las condiciones ideales, considero que es una utopía. Siempre que vivamos en sociedad y hagamos vida con miles y miles de semejantes está claro que no se podrá complacer a todo el mundo, todo el tiempo. Ese carácter ideal debemos gestionarlo nosotros mismos cada día con pequeños gestos aunque estamos de acuerdo con que el entorno debe auspiciarlo. España es, socialmente hablando, mucho más equilibrada y honesta.
Las condiciones laborales en España sufren, como en tantos otros países, una serie de trastornos que esperamos transitorios sin embargo es grato acabar con ciertos mitos que traemos aprendidos. Destacaría que todo trabajo es digno y justamente remunerado. También hay una constante promoción de los oficios que, además, forman una parte muy importante de la cadena productiva. 

¿Echas de menos Venezuela? Si es así, ¿qué es lo que más añoras? 
¿Con total honestidad? Echo de menos la temperatura del mar y determinados sabores. ¿Cuáles? Un coco bien frío, un jugo (zumo) enorme de parchita de esos mal colados con mucho hielo, una morcilla de Carúpano... La modernidad ha hecho que tengamos hallacas, arepas, ají dulce, cachapas (platos típicos venezolanos) y muchas otras delicias en nuestras mesas pero, como escribe Banana Yoshimoto en su libro "Un viaje llamado vida" (¡que recomiendo a ojos cerrados!): "Es lógico que un producto sepa mejor en el lugar de origen, pero me parece curioso el hecho de que ese sabor se arraigue en el cuerpo a modo de memoria".
A mis amigos de siempre, a mis colegas, a mi familia más cercana no los echo de menos. Muchos se han marchado también y a ellos y a los que aún viven allí, los tengo a un clic de distancia y eso me complace lo suficiente. 

¿Qué es lo que más te gusta de tu actual lugar de residencia?
Vivo en Betanzos, una ciudad pequeña del noroeste gallego de más de 800 años de fundada. Todo es interesante, todo tiene una historia, suceden cosas maravillosas, es bohemia, pintoresca y preciosa. La encuentro apacible, amable y absolutamente familiar. El tráfico no existe, se puede hacer todo caminando y con total seguridad. Lo primero que me llamó la atención cuando llegué, más allá de su arquitectura, es que en las puertas de las casas quedaba colgada la bolsa de pan que dejaba el panadero apenas al amanecer. Una rareza para quienes venimos de una vorágine como la venezolana. Una sorpresa para quienes no entendían que yo pudiese fotografiar algo tan cotidiano para ellos.

¿Y lo que menos te gusta?
Tiene las limitaciones de las ciudades pequeñas en cuanto a ofertas comerciales y oportunidades laborales, sin embargo está muy bien conectada con ciudades principales y sólo hace falta desplazarse apenas pocos kilómetros en cualquier caso.

Si las cosas estuvieran mejor, ¿te plantearías volver a Venezuela?
Por aquello de "nunca digas nunca" podría planteármelo pero no se vislumbra en los planes. 

¿Consideras positiva tu experiencia actual?
¡Sin lugar a dudas! Aquí llegamos mi esposo y yo con la vida en 6 maletas y la cabeza llena de ideas y dudas a partes iguales. Hoy tenemos dos hijos y un camino andado. Miro hacia atrás y repetiría cada paso, incluso cada tropiezo, por llegar hasta aquí. 

¿Vives con cierta frustración la actual situación venezolana? ¿Sientes impotencia y ganas de hacer algo por Venezuela desde tu actual residencia?
Hay quien cree que quienes nos fuimos pasamos página y por eso nos duelen menos determinadas realidades pero se equivoca. Generamos un doble sentimiento que es, además, tremendo. Sufres por quienes quieres y están allí pasándolo mal por la incapacidad de cuatro avaros y de paso generas una especie de culpabilidad (absurda) porque tu vida es diferente. Entras a un supermercado, a un hospital, a una farmacia, a un colegio público, a una gasolinera, entras a un baño público, subes a un autobús, las bolsas de pan colgadas en las puertas… y las comparaciones te persiguen. Da igual los años que pasen, no dejas de cuestionarte "¿porqué aquí si y allá no?". Entonces te das cuenta de que tu vida transcurre entre dos aguas, haciéndote preguntas incómodas y que tú sabes las respuestas pero, quieres creer que son otras. 

¿Hubieses pensado verte en esta situación hace algunos años? 
Es duro despertar un día sintiendo que no perteneces al lugar donde has crecido y que hiciste siempre tuyo, que no reconoces nada de lo que te rodea y que la idiosincrasia es una palabra larga pero rara porque ya desconoces su significado. Pues no, no lo habría pensado. Pasó así, como te lo cuento. 

Por último, un mensaje dirigido a quienes están pensando en la posibilidad de emigrar:
Para mí el hecho de emigrar no asegura el éxito, pero estoy convencida de que la clave está en saber lo que sales a buscar en tu nuevo destino. Si lo tienes claro ya puedes lidiar con climas extremos, con otros idiomas, con nuevos hábitos… que llevas ventaja en el camino. 
Yo hice una lista: "Lo que llevo/Lo que dejo", me sorprendieron los resultados. Una mitad eran paisajes, la otra mitad eran afectos… todo cabía en mi cabeza y en mi corazón el día del viaje; y hoy, tantos años después todo sigue intacto. Trabajemos en esa meta, preparémonos para ser los mejores embajadores que Venezuela haya podido tener, marquemos la diferencia, rescatemos el respeto que perdimos, tengámoslo con quienes nos reciben, y que cuando nos toque volver sea para retomar todo el sentimiento nacional que se perdió en el camino. ¡Ánimo Amador!

No hay comentarios:

Publicar un comentario