martes, 30 de septiembre de 2014

El exilio desde adentro - Ana Irina Rodríguez

Damos la bienvenida a Ana Irina Rodríguez a No Hay Fronteras, quien desde "El exilio desde adentro", comparte con nosotros sus consideraciones acerca del fenómeno migratorio venezolano.
 
 
«Que allá a donde hayan ido sepan ser todo lo que en Venezuela sentían que no podían. Que no sean eso de lo que huyeron y merezcan sentirse parte de lo que podremos ser un día, después que nos superemos a nosotros mismos».
 
 
Nombre: Ana Irina Rodríguez
Edad: 34 años
Profesión: Chef y Comunicadora Social
Nivel de estudios: Universitarios y técnicos
Lugar de nacimiento: Caracas
País de residencia: Venezuela
 
¿Qué opinas acerca del fenómeno migratorio en Venezuela? 
Es consecuencia lógica de la grave situación socio-económica que atraviesa el país. Está en la naturaleza del ser humano tomar decisiones que apunten a su bienestar y desde ese punto de vista es absolutamente razonable que las personas se orienten en sentidos que representen mayor esperanza al incremento de su calidad de vida. Nadie va a preferir estar donde las probabilidades de desarrollarse o mejorar luzcan imposibles, teniendo la posibilidad de elegir o intentar otro camino (con todas las dificultades que la decisión implique). Y si sumamos a eso los índices de violencia y muerte a manos del hampa, podríamos hasta decir que quien decide irse está sencillamente aferrándose a la vida en su acepción más sana, ya que quienes continuamos en Venezuela vivimos prácticamente cercados por la probabilidad de acabar como una estadística trágica más.

¿Consideras que es beneficioso o perjudicial para el país?
Perjudicial. Pero cuando un concepto tan abstracto como puede ser el concepto de nación compite en orden de prioridades con la propia sobrevivencia, pierde sostenibilidad la consideración.

Durante los últimos 15 años, ¿has tenido que despedir a familiares y/o amigos que se han marchado de Venezuela? ¿Mantienes el contacto con ellos? ¿Qué opinas acerca de su decisión de emigrar?
Familiares no. Amistades sí. Mantenemos contacto, pero la verdad es que la distancia coloca el vínculo tras una especie de vitrina, donde el afecto sigue intacto, pero el alcance del compartimiento queda suspendido en un hilo cuyo tejido pierde cierta trama ante las limitaciones y conformidades que obliga la distancia. Te alegras, por supuesto, cuando sabes que múltiples oportunidades y metas de la persona pasaban por irse, o cuando percibes que está feliz en su decisión. Te preocupas cuando piensas en la complejidad de tener kilómetros distanciándote de tus afectos. Especialmente en éstos últimos tres años, que las condiciones del país han colocado la decisión en un estatus muy similar al de la huida de un refugiado, donde personas que jamás hubiesen deseado irse deben hacerlo por necesidad de tratarse de un problema de salud imposible de solventar en el colapso de nuestro sistema de salud, o porque han sufrido episodios traumáticos con el hampa y no desean exponerse a una próxima embestida. En esos casos, la decisión es particularmente dolorosa. Opino que la decisión de emigrar es un acto absolutamente soberano y complejo  que, como tal, no admite juicio. Porque cada cual está en el derecho de decidir el entorno que condicionará su existencia.

¿Cómo está siendo la experiencia de vivir en Venezuela cuando una parte importante de la juventud desea irse del país?
Es desoladora. Sobre todo porque con desarraigo se complica muchísimo construir lo que viene haciendo falta como base común. Y bueno, también da mucha tristeza sondear la idea de un país con la esperanza tan comprometida.

¿Te plantearías irte de Venezuela?
No he dejado de hacerlo en los últimos 10 años. Pero las necesidades diarias e imprevistas han postergado siempre mi plan.

¿Crees que la idea de emigrar y elaborar un plan migratorio resulta fácil encontrándote en Venezuela? 
Para nada. Comenzando por el hecho de que ahorrar aquí es casi imposible y en ese factor económico siempre se ve comprometida  la solidez del plan. A eso hay que sumarle otras múltiples complicaciones desprendidas de acciones de Gobierno y Estado como son el control de divisas, la burocracia del papeleo, la inestabilidad en el manejo de ciertas relaciones diplomáticas, las limitaciones con las aerolíneas, etc.  Si emigrar dependiera sólo de las ganas, hace varios años que ya no estaría aquí.  Sigo trabajando en la forma.

¿Vives con cierta frustración la actual situación venezolana? ¿Sientes impotencia y ganas de hacer algo por el país?
Frustración e impotencia son los apellidos de nuestra nacionalidad actualmente. Hago cosas por el país a diario. Cosas como respetar la ética de cada profesión que he ejercido, desarrollar  mi trabajo con amor y dedicación. Cosas como no justificar ni sumar esfuerzo a las acciones que nos carcomen moralmente como nación. Cosas como cambiar lo que me es posible cambiar de forma positiva en mi entorno. No hay una forma única de “hacer país”.

¿Hubieses pensado verte en esta situación hace algunos años?
La magnitud exacta de nuestra crisis social hoy, dejó corta cualquier expectativa imaginable en el pasado. Pero nuestro país lleva mucho más de 15 años cabalgando una crisis moral inconmensurable. Por lo cual es lógico considerar que en algún momento las consecuencias nos alcanzarían.

Por último, un mensaje dirigido a los venezolanos que han emigrado:
Que allá a donde hayan ido sepan ser todo lo que en Venezuela sentían que no podían. Que no sean eso de lo que huyeron y merezcan sentirse parte de lo que podremos ser un día, después que nos superemos a nosotros mismos.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario